viernes, 9 de febrero de 2007

Grata Sorpresa

El martes me quité al cine a ver Rocky Balboa. Rocky es una película a la que le guardo mucho cariño y que aparte, cada vez que me la encuentro en cable me llena de nostalgia (recuerdo que la ví con mi abuelo en betamax) porque considero a este personaje una leyenda del cine. Todas sus secuelas fueron duramente criticadas y creo que con razón, pues se excedían en el patrioterismo y efectismo (sobretodo la 4 y la 5). De todas maneras para mí, verlo en el ring y entrenando para sacarle la mierda al próximo huevón que se le iba a parar en frente, era suficiente motivo para ver cualquiera de ellas, sin importar la hora, el lugar o el número de pela que sea.

Fue con esa motivación con la que fui al cine el martes, sin mayores pretensiones que con las de ver al mito subirse al cuadrilátero previo entrenamiento con el vigorizante fondo musical. Enorme sorpresa me lleve al encontrarme con una película bien hecha, que antes de toda la parafernalia constante en los rockys, plantea un buen drama que regresa las cosas a la simpleza de la película original. En estos términos, Rocky se despoja de lo que tiene, regresa a su soledad, y con esto a la mejor situación del personaje, esa donde es un pobre diablo que no soporta estar vencido, que tiene hambre de otras cosas y necesita rodearse de personas que lo quieran. En esta ocasión ya no quiere ser una gloria viviente que le sirve a la gente solo para tomarse fotos, el quiere demostrar que no esta listo para dejarse vencer por la vida y que todavía puede aguantar golpes. Como bien lo dice el mismo en la pela con esa sabiduría que suena tan bien en la boca de esa especie de bestia aturdida y tierna: Aun tiene que sacar algo del sótano. Así, toda esta crisis emocional que empieza con el boxeador retirado de 60 años visitando la tumba de Adrián es un acierto que me recordó inmediatamente a esa gran película que le arrebató el Oscar a Taxi Driver en 1976.

Lo de la pelea al final está bueno también, pero eso era lo esperable, lo sorprendente ya lo conté. Me dio gusto también por Stallone, porque al fin y al cabo su vida es la de Rocky, y el hecho que haya optado por el camino de darle a la película un giro radical cuando pudo haber hecho cualquier porquería, vale. Aciertos como el de volver al tema original de Bill Conti , volver a los shorts dorados con negro o el de realizar un homenaje a Raging Bull durante la pelea, me hacen pensar que mas que dinero buscaba un retiro digno del personaje que le dio un nombre en el cine y el cariño de mucha gente.